Ubicado en el antiguo Convento de San José, en la zona denominada como Granero de las Monjas (siglo XVII),el museo FORMMA (museo de la Cerámica Manchega), exhibe una amplia muestra de piezas procedentes de los principales núcleos alfareros de la comarca manchega. Barreros, cantareros, cantarilleras, tinajeros, alcauceros, cacharreros y tejeros moldearon durante siglos el barro hasta conseguir la forma óptima para satisfacer cada necesidad de la casa, del campo, y de la vida cotidiana.
El Museo dispone de tres plantas, cada una dedicada a una temática diferente de la cerámica manchega:
Mostrar más contenidoSemisótano, MANOS CREADORAS.
Aquí podremos conocer el proceso de producción alfarera, donde se representa los aspectos tecnológicos del barro manchego.
En el semisótano, MANOS CREADORAS, encontramos un primer panel dedicado a la extracción y manipulación del barro, donde con el título del polvo al barro, se habla de extraer el barro, de secar y desmenuzar, depurar y pisar y sobar. Igualmente se incluyen las herramientas comunes de este proceso: serón, garrucha, sera,… e igualmente una muestra de los tres tipos de tierra para cacharros de la región: barros calcáreos, para cacharros de agua, barros ocres para cacharros de fuego y barros silíceos para cacharros de fuego y de agua.
Un segundo panel con el título arquitectura en barro, se señala la importancia del uso del barro en la arquitectura manchega como material de construcción tanto en obra cruda (adobes y tapiales) como en obra cocida (tejas, baldosas y ladrillos). Destaca el que se ha hayan incluido fotos de época donde se muestra la elaboración de la obra cruda, e igualmente, con fotos secuenciadas, la fabricación de tejas en Villafranca, así como los instrumentos necesarios para ello: estancia, galápago, gradilla, marcos para baldosas y ladrillos…
Un tercer y cuarto panel se dedica a técnicas, donde se señala que La Mancha es la única comarca de la Península Ibérica donde encontramos las tres técnicas básicas en el modelado alfarero, junto a la explicación de cada técnica, que explicamos, se recoge una foto de época, explicativa, así como instrumentos y piezas antiguas producidas con cada uno de estas técnicas.
Un quinto panel está dedicado a la cochura, donde se habla de la técnica y el rito. E igualmente se habla de los dos tipos de hornos, hornos cubiertos y hornos descubiertos. Finalmente en el epígrafe cuando algo sale mal, se incluyen distintas técnicas usadas por los alfareros para reparar las piezas que salían deterioradas del horno.
El sexto y séptimo panel está dedicado la venta y reparación de los cacharros. Respecto de la venta, se habla de la figura de los revendedores que eran intermediarios, de los propios alfareros que también se dedicaban a la venta, y también a la figura de los traperos, que aprovechaban la oportunidad de que los alfareros profesionales pudiesen llegar a todos los puntos, para cambiar cacharros por pieles, trapos, suelas de alpargatas y otros objetos usados que luego revendían para su reciclaje. Igualmente se habla de un curioso personaje de la sociedad rural manchega, el lañaor, el cual se justificaba porque cuando los cacharros sufrían rotura se guardaban para ser reparados por este profesional, que con un trompillo manual hacía agujeros a cada lado de la grieta y le aplicaban lañas de hierro, cubriendo las grietas con cal, de modo que el cacharro podría seguir usándose.
Finalmente, al fondo del semisótano está la sala de audiovisuales, donde se proyecta un video de unos 5 minutos sobre la alfarería manchega, un interesante documento que muestra el lado humano (artesanos) del barro manchego, así como folklórico y productivo.
Entreplanta, DE TODO EN BARRO
Recoge el repertorio y tipologías en cerámica: para el fuego y la cocina (el vedriao), para líquidos (vasijas para agua, vino y leche) y piezas especiales para jugar y otros usos.
El empotro o entreplanta se caracteriza por ser un pasadizo enmaderado que deja una oquedad central que se abre a la planta semisótano. En él se clasifican las formas alfareras manchegas en tres grupos:
Para fuego y cocina (el vedriao). Son recipientes revestidos de una capa de barniz vidriado al plomo por ello el nombre popular de vedriao, lo que confería un mayor carácter refractario e higiénico a las piezas orientadas a la cocina. Allí se incluyen pucheros, para arrimar en el fuego, botijones para tener aceite, azumbres que eran jarras para agua y vino, fuentes para servir la comida, ollas para conservar los productos de la matanza de diversos alfares comarcales como Madridejos, Santa Cruz de Mudela, Castellar o Puertollano.
Para líquidos (vasijas para agua, vino y leche). Se distinguen cuatro modalidades:
- el alcabuz o cangilón para sacar el agua de los pozos de noria (se exponen ejemplares de Membrilla, Santa Cruz, Granátula de Calatrava, Mota del Cuervo…).
- el cántaro, que servía para sacar agua de los pozos y transportarla hasta las casas, existiendo tres modalidades (representadas en el museo), el cántaro de Mota del Cuervo, el de Villarrobledo y el de Ocaña.
- la botija, era una vasija de cuerpo ovoide, boca estrecha y una o dos asas para llevar el agua o vino a las faenas del campo (se exponen ejemplares de Puertollano, Daimiel, Villafranca, Mota del Cuervo…).
- el tarro de ordeñar, en otros sitios conocido como jarrón de ordeñar, servía para que los pastores pudiesen recoger la leche del ordeño, son piezas robustas, de ancha base, dos asas y pico para verter la leche (exponiéndose ejemplares en varios lugares del museo de Villarrobledo, Mota del Cuervo y La Solana).
Tinajería (vasijas para contención en especial), se incluyen producciones de Villarrobledo, La Solana, Mota del Cuervo, e incluso en otras secciones piezas fabricadas por los tinajeros como brocales para pozos o bañeras de barro. Las piezas de tinajería van pendidas por un cincho con soga de metal desde el techo.
Piezas especiales (para jugar y otros usos), donde se recogen sobre todo juguetes de barro además de otros materiales. Cantarillas, tinajillas, peonza… así como piezas especiales como una olla de boda, una alcancía o hucha, mesitas de comer de barro cocido…
Planta superior, EN CASA Y EN EL CAMPO.
Esta planta está dedicada a los usos cotidianos que tienen estos objetos, tanto en las faenas domésticas, como en las faenas del campo (pastoreo, matanza del cerdo, oleicultura, viticultura y cereal)
En la planta superior. EN CASA Y EN EL CAMPO, distinguimos dos ámbitos claramente diferenciados, el uso del barro en las faenas domésticas y el uso del barro en las faenas del campo.
En el ámbito de las faenas domésticas, justo al lado de la escalera encontramos la representación de la cocina, el patio y el corral. En la cocina, dentro de una vitrina de obra se reproduce la alacena, donde se guardaban los cacharros de barro vidriado, pucheros y jarras o azumbres de Consuegra, botijos, fregadero de madera con dos lebrillos para fregar los cacharros, tinaja para el agua. En el patio se recogen toda una serie de piezas para el lavado de la ropa, como colaores, tinajones de lavar, losas de barro para restregar la ropa. En el corral encontramos una bañera de La Solana así como un brocal de pozo de Villarrobledo.
En el ámbito de las faenas del campo distinguimos claramente distintos ámbitos, ilustrados con fotos de época que permiten ver a personas usando los recipientes representados en el museo:
– el pastoreo, donde se recogen toda una serie de utensilios para la fabricación del queso manchego, madera (entremiso), materia vegetal (cinchos de esparto) y barro (tarros de ordeñar
– la huerta, donde en una foto de época se ve una noria con sus correspondientes alcabuces o cangilones, y junto a dicha foto tres de estos ejemplares, uno de Consuegra, otro de Villafranca y otro de Mota del Cuervo.
– la matanza del cerdo, donde se recogen los diversos utensilios para su realización, con el esportillo del matarife con todas las herramientas y diversas vasijas para fabricar y conservar los embutidos, como lebrillas para la sangre de Villarrobledo y La Mota, una orza de Chinchilla, un búcaro de Mota del Cuervo.
– la oleicultura, donde se incluyen un tinajón para tener el aceite en los sótanos, así como tinajillas para conservar aceitunas.
– el azafrán, donde se recogen las hornillas o tostadores de barro para tostar el azafrán después de coger la rosa y separar los clavos para tostarlos y usarlos en el ámbito culinario.
– la viticultura, donde se recogen diversos utensilios de barro para la fabricación y conservación del vino: tinaja de vinagre de Villarrobledo, colaor de remostar de El Toboso, colaor de trasegar de Villarrobledo…
– el ciclo del cereal, donde con fibra de vidrio se reproduce un burro con sus aguaderas cargado con los típicos cántaros donde se portaba el agua a los segadores, así como una botija para beber el vino en la siega y una caracola de barro a modo de trompeta que usaban los segadores para marcar los distintos tiempos de la siega. Al fondo de la planta se localiza una amplia sala de exposiciones temporales, y más al fondo, un taller de cerámica, con pequeña biblioteca y depósito de las piezas no expuestas.
La colección, cedida por Jesús María Lizcano Tejado, incluye aperos de labranza, objetos de esparto, mobiliario agrícola y utensilios e imágenes antiguas, lo que permite conocer los viejos modos de vida manchegos, que han pervivido hasta épocas muy recientes por la amplia base rural y la tardía industrialización de esta tierra.