La llegada del Ferrocarril a Alcázar de San Juan se produjo en 1854, continuando después hasta completar la línea férrea hasta Alicante en 1858.
En torno a 1860 solo existía un edificio para el tránsito de viajeros ubicado a unos metros dirección Madrid del actual. Con la apertura de una nueva línea de tren hacia Manzanares en el año 1861 y ante el incremento del flujo de trenes y viajeros, se produjo la primera ampliación del primitivo edificio para albergar el nuevo servicio de la fonda.
Es a partir de este momento cuando tendremos la primera referencia documental sobre la existencia de este espacio hostelero dentro de la estación de Alcázar de San Juan que se destinaría a la venta de comestibles y bebidas a los viajeros que transitaban por la estación alcazareña. La apertura de fondas en las estaciones ferroviarias se puede considerar como uno de los primeros efectos de generación de nuevos negocios en torno a este medio de transporte; además, sería unas de las actividades que las compañías ferroviarias externalizaron desde un primer momento.
Mostrar más contenidoTras pasar por varios concesionarios, en 1870 comienzan las obras de un nuevo edificio de la Fonda. La nueva edificación se proyectó ya en dos alturas: la planta inferior, albergaría en su zona central el salón principal de la fonda, el extremo del edificio (en dirección Madrid) se reservaría para el establecimiento de un salón de descanso y dos salones reservados y en el lateral opuesto se instalaría la cantina, la cocina y la despensa.
En 1920 se instala la azulejería declarada bien de interés patrimonial desde el año 2016 y que todavía hoy se puede contemplar. Los casi 3000 azulejos que decoran la fonda y la actual sala de espera de la estación, proceden del taller de Mensaque Rodríguez, localizado en el barrio sevillano de Triana. Esta singular azulejería reproduce 398 imágenes quijotescas de 21 capítulos pertenecientes a la primera parte de la novela de Cervantes tomadas de las ilustraciones que realizó José Jiménez de Aranda para una edición del libro en 1905 con motivo del tercer centenario de su publicación.
La fonda se convirtió durante su larga existencia, cerró definitivamente en 2006, en punto de encuentro de viajeros, algunos de ellos ilustres (Isabel II, Alfonso XII, Azorín, Benito Pérez Galdós, Miguel Hernández, Hans Christian Andersen, entre otros), y también de la vecindad pues en su sala se celebraron numerosos eventos sociales. Desde ella se difundieron las famosas Tortas de Alcázar que se hicieron mundialmente famosas gracias a que era uno de los productos más vendidos a todos aquellos que realizaban parada en la estación alcazareña.
La emblemática Fonda de la Estación ha sido actualmente reconvertida en el nuevo Centro de Interpretación y Recepción de Visitantes, así como un punto de información turística y sala cultural alternativa, en la que poder organizar exposiciones, presentaciones o cualquier otro tipo de evento relacionado con el patrimonio y actividad cultural de la localidad.